
Someterse a una operación quirúrgica siempre genera respeto, por lo que hay que conseguir que el paciente afronte la cirugía con la mayor tranquilidad posible.
Está demostrado que una intervención quirúrgica genera mucho estrés y los médicos no sólo tratamos la enfermedad, tratamos pacientes con sus problemas y miedos. Es un hecho que una persona nerviosa es más sensible al dolor, si conseguimos que el paciente esté más relajado respecto al resultado final necesitará menos medicación.
Cuando recibimos al paciente en la consulta de Cirugía General, le explicamos el problema que tiene, empatizando con él y valorando las mejores opciones, es por eso que cuando le ofrecemos la cirugía pensamos que es la mejor solución para él.
El quirófano es el mejor lugar para tratar ciertas enfermedades en un ambiente estéril. Allí disponemos de todo el material y fármacos que los pacientes pueden necesitar y del personal formado para ello.
El principal miedo que siente el paciente es miedo a lo desconocido: esto le conduce a que experimente un estado de nerviosismo, ansiedad e inseguridad que va a afectar a su recuperación. Por eso mismo, es esencial la información preoperatoria que le suministramos al paciente. Le explicamos su enfermedad, explicamos cómo se desarrollará la cirugía y la recuperación esperable tras el procedimiento. Por ejemplo, en nuestro caso, una enfermedad benignas muy frecuente es la hernia inguinal. Le explicaremos al paciente qué es una hernia, si la realizaremos por laparoscopia o por vía abierta y la recuperación habitual en cada caso.
Resolver las dudas antes de la intervención, conociendo el procedimiento al que va a ser sometido disminuye el estrés.
Una buena relación médico-paciente es esencial para disminuir la ansiedad con la que se afronta la cirugía. El paciente debe confiar en su especialista. El cirujano debe ser cercano, accesible y resolver las dudas aportando la información necesaria. En nuestro caso facilitamos el contacto vía email o telefónico antes y después de la cirugía para resolver dudas que se pudieran haber olvidado en la consulta o que hayan surgido después.
Una parte importante de la cirugía es la anestesia. Se realiza una consulta de preoperatorio donde el paciente puede resolver sus dudas y conocer al equipo de anestesistas, que está presente en todas nuestras cirugías. Conocer los riesgos que puede entrañar la anestesia (hoy en día son mínimos y están muy controlados) y conocer cómo se realizará el procedimiento anestésico.
La actitud del enfermo que se enfrenta a la intervención es capital para el equipo médico, si el enfermo está ansioso o deprimido previamente a la operación, probablemente el proceso de recuperación no será tan bueno que si estuviera anímicamente tranquilo.
En relación al día de la cirugía, intentamos orientar al paciente del horario de la intervención, de dónde tiene que ir para el ingreso, con qué papeles tiene que acudir y si hace falta que venga en ayunas o no. Toda esta información ayuda a que el ingreso hospitalario ocurra sin sorpresas y disminuya el nerviosismo del paciente.
Una vez se encuentra en el Hospital intentamos que el paciente se sienta acompañado emocionalmente. Los cirujanos le saludan antes de la intervención y nuestro equipo de celadores y enfermeras hacen siempre que el ambiente sea agradable, intentando que los pacientes se encuentren tranquilos.
Para el equipo quirúrgico la cirugía es una situación habitual y de nuestro día a día, pero comprendemos que para el paciente es una novedad, se encuentra fuera de su ambiente habitual y se siente indefenso. Por eso dentro de nuestra labor se encuentra el conseguir que este proceso sea lo más llevadero posible.